jueves, 13 de marzo de 2008

El último escalón de las artes gráficas


Tras la impresión, entra en juego otra serie de procesos que suponen la última etapa en la elaboración de la pieza, el manipulado. Perforar, coser o enlomar son algunos de ellos. Todos se realizan con máquinas cuyas características técnicas y calidad nos darán una ventaja competitiva, respecto al resto de empresas rivales. Por ejemplo, rapidez, dimensiones, seguridad o espesor máximo que aceptan.

En el caso de las retractiladotas, su simplicidad y manejabilidad es fundamental. Pero también debe tenerse en cuenta su consumo, potencia, altura, tensión de alimentación, sistema y dimensiones de soldadura, programas o si lleva electro he-man y contador de piezas de serie. Por su parte, lo primero que debemos comprobar en las perforadoras es el tamaño de papel que admite. Tampoco hay que olvidar su facilidad de manejo, el esfuerzo que requiere y la seguridad que nos proporciona. Pero sobretodo, hay que saber si el modelo de regleta permite las medidas más comunes.

Normalmente, las cosedoras pueden trabajar en modo plano o a caballete, con un espesor de hasta 5 mm, que es más que suficiente. De hecho, se aconseja no superar los 3 mm. El número de grapas que puede contener el cargador de cada cabeza, nos dará una idea aproximada de su capacidad. Del mismo modo, debemos tener en cuenta si la cabeza está unificada, de manera que pueda cambiarse y determinar su variación.

Las enlomadoras deben ser rápidas y sencillas en sus movimientos y estar preparadas para la producción de pequeñas y grandes cantidades. El espesor mínimo que admiten basta con que sea de 5 mm y de 35 mm como máximo, y la faja suele rondar los 400 mm de largo. Algo más que debemos considerar es la posibilidad de revestir sin límite accionada a mano el impulso eléctrico. Pero la principal mejora a valorar es enlomar simultáneamente por arriba y por abajo en una única operación.

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